Las varias poblaciones que rodean la Mola han hecho de esta montaña un icono propio, un símbolo con el que se identifican. La cima tiene un papel central en el imaginario colectivo, es la montaña de la comarca. Como tantas montañas en tantos lugares del mundo, ella representa la pertenencia a una comunidad abstracta de un territorio, la manera en que unos quieren mostrarse delante de los demás. Muchos de los paisajistas de los municipios circundantes la han pintado y siguen pintándola, agrandando así su peso simbólico para la comarca y sus habitantes, transformándola en una insignia. Ésta representa la pertenencia a una comunidad abstracta de un territorio, la manera en que algunos quieren mostrarse ante los demás.

La propuesta consistió en una exposición colectiva de 150 cuadros de la Mola cedidos por artistas amateurs o colecciones y artistas de renombre. En la sala expositiva se reunieron la mayor cantidad de cuadros y dibujos posibles, para así retratar la magnitud de una imagen que aún habiendo sido obrada con singu-laridad por cada artista es colectiva. El proyecto culminó con una ascensión a la Mola para dibujarla, y una publicación que recoge a modo de guía cartográfica todo el transcurso de la propuesta junto a los escritos de profesionales del sector.

Proyecto en colaboración con Caterina Almirall