En la inmensa roca del Peñol reza una gran letra G pintada de blanco sobre su granito negro. La acompaña el inicio de una U, también de dimensiones colosales. En 1988 el intento del alcalde de Guatapé y del propietario de la piedra de escribir el nombre del pueblo, terminó en un tercio de la segunda letra, cuando paralizaron el mural por pintarse encima de patrimonio cultural nacional. Hoy en día esas letras forman parte de uno de los atractivos turísticos de Colombia.

El proyecto Guatapé usa esas letras pintadas para completarlas y generar una re-escritura del mensaje público. El paisaje continúa siendo una disputa física y simbólica en un país donde, desde la época de la colonización, ricos terratenientes, ejércitos, grupos insurgentes y contrainsurgentes, empresas privadas, mafias, o el gobierno litigan por la propiedad de las tierras. En esta ocasión la posesión, en el intento de escribir el nombre del pueblo- se convertía en una manera de dominar o poseer esa formación geológica no en sí misma sino en su potencial simbólico.