Dos altavoces, situados a una altura de 4 metros, uno en cada lado del espacio. Los dos reproducen la misma canción (amplifican una única pista audio).

Cantar ‘You’ll never walk alone’ de Gerry & the Peacemakers (popularizada como himno de equipos como el Liverpool o el Celtic de Glasgow). Una voz sola, sin instrumentos, con marcado e involuntario acento extranjero canta entre la emoción y la pasividad. La canción (un clamor a la colectividad, símbolo de poder e identidad colectiva y promesa de guerra contra la soledad) nos lleva a pensar en la ridiculez y la fragilidad del individuo cómo sujeto único, desprovisto de cualquier fuerza, poder y hasta significado, sino es gracias a la unión y la pertenencia. Una pertenencia algunas veces formada alrededor de hechos insignificantes y simbologías que no tienen sentido más que para el colectivo que las venera.